Barcelona, 18 de agosto de 2024:
Cuando muera quiero que echen un puñado de mis cenizas en el Cementerio de los locos.
Así se conoce el cementerio del antiguo sanatorio psiquiátrico de Bohnice, al norte de la capital checa, con más de cuatro mil tumbas sin identificar: locos, personal sanitario, incluso asesinos que no sabían dónde enterrar como Gavrilo Princip, el militante de la Joven Bosnia que mató al archiduque Francisco Fernando y a su esposa en Sarajevo, y desencadenó la I Guerra Mundial.
Cruzas la verja y avanzas por estrechas sendas rodeadas de tupidos montículos de hiedra bajo los cuales descansan los cuatro mil locos. El cementerio tiene un espacio reservado para personas nacidas o muertas el 25 de diciembre. Algunas tumbas arqueadas contienen inscripciones hebreas. También hay un monumento funerario con símbolos masónicos en memoria a los caídos en la I Guerra Mundial. Las pocas lápidas que había desaparecieron a finales del siglo pasado, los vándalos las usaban para hacerse escalones o una acera en casa. En esos años también eran habituales los ritos satánicos y en una ocasión ardió la capilla del cementerio.
Además aquí se rodó la escena final de Amadeus, cuando entierran a Mozart en una fosa común. También hay testigos que afirman haber visto a Margaret Tatcher paseando entre las tumbas. Buscaba el cuerpo de un pariente fallecido en la I Guerra Mundial. Dieron con él a la tercera exhumación y lo trasladaron a Gran Bretaña.
Estos son algunos de los muchos acontecimientos extraños que se conjuran entre las cuatro paredes de este cementerio, no en vano Praga es una de las tres capitales mundiales de la Magia Blanca, junto con Lyon y Turín.
Conversando sobre el cementerio con Jan Písařík nos cuenta, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que otra checa, Ivana Trump, fue enterrada hace nada por su primer marido, Donald Trump, en el agujero número 1 de su club de golf de New Jersey para dejar de pagar impuestos por el terreno al convertirlo en cementerio. Cementerio de una única fosa, aunque parece ser que Trump ha encontrado el filón del negocio y prevé poner a la venta más fosas en más agujeros.
Ya lo decía aquella película: «It’s a Mad, Mad, Mad, Mad World».
Regresamos de la excursión por el parque de Ladronka y topamos con una batida policial armada hasta los dientes. Avanzan barriendo el parque, deteniéndose a escrutar las zonas más pobladas de vegetación. Habrá más de medio centenar de policías. ¿Qué habrá pasado? Por las noticias dicen que ha desaparecido un agente de servicio. Y que iba armado. Hasta mañana no sabremos más. Continuará.





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