Barcelona, 27 de mayo de 2024:
Días atrás me preguntaba qué podemos hacer para detener las guerras. Salman Rushdie nos ilumina al respecto en su último libro Cuchillo, una confesión a corazón abierto de los días que siguieron al acuchillamiento que sufrió cuando iba a dar una conferencia en el condado neoyorquino de Chautauqua.
Después de una conversación imaginaria con su atacante, el autor, perseguido desde 1989 por una fetua que pide su cabeza por haber escrito Los versos satánicos, enfila la recta final de su propio cuchillo con arte, fuerza y sabiduría:
«Estamos enfrascados en una guerra mundial de relatos en conflicto, una guerra entre versiones incompatibles de la realidad, y es preciso aprender a librar dicha guerra…
»Esta es la fea cotidianidad del mundo en que vivimos ahora. ¿Cómo deberíamos responder nosotros? Se ha dicho, y yo mismo lo dije, que los poderosos poseen el presente, pero que los escritores poseen el futuro, pues gracias a nuestra obra —o, al menos, a lo mejor de la misma, la que perdura en dicho futuro— las fechorías de los poderosos serán juzgadas. Ahora bien, ¿cómo podemos pensar en el futuro cuando el presente nos reclama a gritos?, ¿y qué podemos hacer nosotros, si decidimos dar la espalda a la posteridad y prestar atención a este terrible momento, que sea realmente útil y eficaz? Un poema no puede parar una bala. Una novela no puede desarticular una bomba. No todos nuestros comediantes son héroes.
»Pero no estamos indefensos. Incluso después de ser hecho pedazos, Orfeo —mejor dicho, su cabeza cercenada— siguió cantando mientras flotaba río Evros abajo, recordándonos que la canción es más fuerte que la muerte. Nosotros podemos cantar la verdad y nombrar a los mentirosos, podemos solidarizarnos con nuestros colegas en primera línea del frente y amplificar sus voces añadiendo las nuestras a las suyas.
»Pero, sobre todo, debemos entender que en el centro de todo lo que está pasando hay unas historias, y que las fraudulentas narrativas de los opresores han cautivado a mucha gente. Debemos trabajar, pues, para superar las falsas narrativas de tiranos, populistas y locos contando mejores historias, historias en el seno de las cuales la gente desee vivir».
Amén, Salman, ¡por un mundo mejor!

Deja un comentario