Rituales de escritorio

Madrid, 23 de abril de 2024:

El beletrista, aquel que escribe Bellas Letras, regresa a casa, a su escritorio de soledades, a la escena en la intemperie. Se sienta en la silla, yergue la espalda, echa los hombros hacia atrás, contrae levemente el abdomen y… de repente se percata de que le falta algo para empezar a escribir. ¿Qué será?

Carmen Martín Gaite descubre un último cigarrillo en la cajetilla de tabaco. Así no se puede escribir. Enrique Vila-Matas lo enciende y arroja la cajetilla a la papelera. Lo mismo: no hay forma.

A Susan Sontag le suena el teléfono. Un día perdido.

El despertador de Haruki Murakami no suena a las cuatro de la madrugada. Despierta motu proprio a las cuatro treinta pero ya es demasiado tarde. Otro día perdido.

Stephen King necesita su silla favorita y los papeles alineados siempre de la misma manera sobre la mesa. Charles Dickens y Ludwig Wittgenstein requieren una ventana frente al escritorio; John Milton, su jardín.

Truman Capote, Mark Twain y George Orwell escriben acostados. Ernest Hemingway, Virginia Woolf y Lewis Carroll, de pie.

El único que prescinde de cualquier mundanidad es Franz Kafka, que escribe horas y horas hasta la extenuación. Su querido Jorge Luis Borges, por el contrario, no confiesa ningún ritual o lo oculta mejor que nadie. Por cierto, un retrato de Borges es lo que necesita Don De Lillo para empezar a escribir.

Al final no he contado qué le hace perder el día de escritura al beletrista, pero no es nada relevante comparado con los rituales de los escritores mentados. Lo que sí quiero es lanzar una reflexión acerca de este acto tan singular: aunque la escritura artificial consiga reproducir la escritura humana en la forma, nunca será equivalente en su totalidad porque la máquina nunca alcanzará el acto de libertad supremo y único que vive el escritor durante la escritura, acto que trasciende al papel y del papel a los lectores y, en el caso del teatro, a los espectadores.

Si tú escribes, ¿cuál es tu ritual?

¡Ah, y feliz Sant Jordi! ¡Feliz día del libro!

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