Madrid, 9 de junio de 2025:
Como inquilinos en Madrid, viviendo nada más y nada menos que en el centro neurálgico de los domingos capitalinos, el Rastro, nos jactábamos mi pareja y yo de tener una casera que no especulaba con el alquiler de la vivienda. Hasta la semana pasada. Cuando nos ha subido el alquiler un 64%.
Para más inri, también pide nóminas; la cifra me la ahorro porque es un disparate. Tras cinco años de abonar diligentemente todos y cada uno de los recibos, pide la nómina, por un lado, a un actor, y por el otro, a un escritor cuya principal fuente de ingresos son derechos de autor; derechos de autor que, paradójicamente, se comportan fiscalmente como un tipo de capital mobiliario. Qué irónico, ¿verdad? Con capital mobiliario y sin tener dónde vivir.
Como dice mi amiga Nana, «más pronto o más tarde tenía que tocaros, es que no se libra nadie, hasta el que piensa que lo tiene solucionado, no es más que una solución temporal y te acaba alcanzando, es universal». Así que, la semana pasada, mi pareja y yo entramos en el problema de la vivienda. Seguramente tú ya lo estés viviendo y no lo habíamos comentado nunca, pero como muy bien dice Nana, por hache o por be, «te acaba alcanzando, es universal».
Dicen que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Cualquier idea, reflexión o ventana abierta que permita avanzar o superar esta situación, se agradece, y es una solicitud que lanzo a nivel particular pero también a las asociaciones de artistas, de escritores, de dramaturgos. ¿Qué podemos hacer?
No tenemos dónde vivir en Madrid.

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