Caracas, 16 de octubre de 2024:
En Caracas se presiente la magia.
¿Será verdad que los santos están conmigo?
Los santos no sé, pero su aureola sí.
En el vaso de plástico, un brebaje desconocido: kombucha. El actor que me lo sirve con extrema educación en nuestra visita al estudio de Diego López no sabe decirme cuáles son sus ingredientes. Tampoco lo saben mis acompañantes. Hoy lo busco en Google:
«El té kombucha es una bebida fermentada hecha con té, azúcar, bacterias y levaduras».
No tendría que haberlo buscado. El vaso que sostengo en la fotografía es el segundo. ¡Es que estaba tan bueno!
Antes de caer la noche, a eso de las seis de la tarde, me acerco al automercado Plaza’s más cercano. Hay una cajera nueva, voy a ver si esta vez consigo hacerme pasar por caraqueño. Me concentro en sisear al máximo cuando la saludo, responde con la indolencia habitual de las cajeras del Plaza’s, y solamente cuando me pide el «número de sédula» y se lo doy, me pregunta: «¿Es extranjero?». ¡Lo conseguí! Ella repite: «¿Es extranjero?». Yo, pletórico, le respondo: «¡Muuucho!». No tiene sentido del humor. Pago y me voy.
La fotografía, por cierto divina, es de Leomar Aponte, a quien tuve el placer de conocerlo como actor el año pasado en la primera edición del LEIT caraqueño y ahora tengo el privilegio de conocerlo como fotógrafo. ¡Muchas gracias, querido Leomar!

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