Barcelona, 21 de julio de 2024:
«El mundo está lleno de tontos que saben hacer cosas y las hacen bien. Nada más», declara Angélica Liddell en una entrevista imperdible cuando le preguntan al respecto de tanta mediocridad en escena.
Hoy me desvirgo con ella como directora y actriz. Como dramaturga la conozco desde 2007, desde aquella Nubila dirigida por Adolfo Simón en la Sala Triángulo, cuando la autora aún cedía sus derechos a terceros.
No sé si Dämon es el mejor espectáculo para desvirgarse con ella, pero tras dos horas ante un público entregado, Liddell se despide de nosotros con la promesa, o al menos así lo interpreto yo entre líneas, de sorprendernos próximamente con una comedia sobre la alegría y la belleza. Leo en algún lado que se titulará Eón y se plantea desaparecer fagocitada por su propia obra al más puro estilo de mi querido Enrique Vila-Matas, que, como buen Bartleby, lleva desapareciendo entre sus letras desde que tiene uso de razón o, mejor dicho, de pluma.
Barcelona, 22 de julio de 2024:
Empiezan los ensayos de mi próximo estreno en la capital venezolana. No puedo revelar el título de la obra porque aún corretea bajo plica por algún que otro certamen literario, pero ¡qué ilusión ver tan pronto a los actores y a la directora manos a la obra!
Muchas gracias, querido Douglas, el productor de la obra, por las instantáneas —que tampoco puedo revelar—.
Barcelona, 23 de julio de 2024:
Ayer inauguramos CREARTE, el proyecto teatral que aúna ciencia y cambio climático de la mano de Susana Eva Martínez e investigadores del Barcelona Supercomputing Center. Llevamos dos días de entrevistas y grupos focales, y no puede ser más interesante todo lo que nos cuentan y aprendemos.
En la fotografía, Susana Eva y yo os presentamos el superordenador europeo MareNostrum 5, una de las máquinas más completas y versátiles del mundo al servicio de la comunidad científica y la mayor inversión jamás realizada por Europa en una infraestructura científica en España. Casi nada.

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